jueves, 10 de febrero de 2011

Las siete estrellas solares



A través de los chakras, el ser humano se convierte en un transformador de energía que pasa de plano a plano según el desarrollo de nuestros cuerpos etéricos. Cada tradición reconoce un número variable de chacras en el canal central. Los hindúes siete, los jainas nueve, los sufis y budistas cinco, y el tantrismo tibetano llega a reconocer de cuatro a trece distintos, aunque la realidad es que pueden distinguirse hasta veintisiete etapas en Sushuma y que cada persona, dependiendo de la Sadhana elegida, tiene una experiencia irrepetible. Lo importante es sentir en sí mismo os chakras y no el determinarlos teoricamente, sentir el movimiento de cada espiral de fuego despertándose al paso de Kundalini. Por eso no es conveniente provocar una sensación especial en un lugar concreto, ni tiene sentido concentrarse en una zona del cuerpo y trabajar con ella, ya que en el dominio sutil de energías, las sugestiones son el mayor enemigo.

La mayoría de los grandes maestros, cuyo mensaje se ha utilizado para fundar las religiones, no hablaron en ningún momento de Kundalini, ignorándola en toda su enseñanza. Y casi la totalidad de las aventuras espirituales de hoy en día, dejan de lado esta experiencia, ya que cuando un ser ha logrado un alto nivel de purificación y aceptación, la energía atraviesa Sushuma sin provochar ninguna alteración a su paso. En contra de lo que se divulga, los chakras son la expresión de nuestra debilidad, en lugara en que la consciencia ha situado las contradicciones de nuestra cultura, permitiendo que, para no enloquecer, la fuerza se detenga en esta especie de relé de seguridad, para resolver en ellos las tensiones y bloqueos emocionales pendientes. Si no hubiera obstáculos, la energía se elevaría sin ninguna dificultad, paulatinamente hasta alcanzar Sahasrara, sin explosiones parciales y, de hecho, así es como sucede cuando Prannuthana, la ascensión, sucede en un estado de intensa devoción, como el experimentado por los grandes maestros.

Kundalini no es más que la acción de la energía atravesando Sushuma, pero esa energía es distinta a todas las conocidas en el cuerpo humano, ya que es fruto de la fusión de dos polos magnéticos: Ida y Pingala. No hay camino más directo ni más completo que este despertar y, aunque cada uno de los siete planos que integra el ser tiene sus propios procesos, y no siempre es necesario pasar por Kundalini, ésta es siempre la vía más fácil para alcanzar el Atman, el Alma. Otros utilizarán senderos diferentes relacionados con el plano físico o astral, con el amor, con el despertar de Anahata o de Hara...como por ejemplo el Zen, el Taoismo, la enseñanza Sufí, el Karma, el Bhakti o el Jnana Yoga. Según el cuerpo que estéis trabajando, los efectos repercutirán en el inmediatamente anterior, de aquí que con el pranayama se produzcan tantos cambios en el plano físico y con las técnicas de Kundalini se transforme el mental y las facultades astrales.